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El blog de Dec1d1d0s
 
(Todas las historias y las fotografías de nuestro blog son reales y son propias, los nombres se pueden haber cambiado para protección de la intimidad de los participantes. Queda prohibida su reproducción sin nuestro previo consentimiento)
Vista con Título | Refiere un Amigo |
¡Bienvenidos a nuestro Blog!
Publicado en:6 Deciembre 2019 4:49 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
37761 vistas
¡Hola! Queremos darles la bienvenida a nuestro blog, donde publicaremos historias de nuestras experiencias sexuales.

Somos Ariana y Alfredo, nos casamos hace casi cuarenta años... pero con otras parejas... divorciados desde hace 20 años, nos encontramos y nos casamos nuevamente -ahora si entre nosotros- hace como cinco años.

Así que guardamos un puño de vivencias de nuestra juventud, del primer matrimonio, de nuestra época de segunda soltería y desde nuestra reciente luna de miel... creemos que todas ellas dignas de contarse...

Agradeceremos que comenten nuestras historias, y las premien con sus "me gusta". Igual si tienen preguntas o desean les platiquemos algo en especial, no duden en solicitarlo.

Gracias de antemano por leernos. Disfruten nuestras narraciones.

We have also translated some of our stories into English ... you can find them in the erotic stories of the community.

(Todas las historias y las fotografías de nuestro blog son reales y son propias, los nombres se pueden haber cambiado para protección de la intimidad de los participantes. Queda prohibida su reproducción sin nuestro previo consentimiento)
12 comentarios
Fantasía # 3
Publicado en:26 Septiembre 2021 11:33 am
Última actualización en:23 Abril 2022 3:41 pm
21855 vistas
Han sido días difíciles después de tanto tiempo encerrados. Mi Arianna ha pasado de mal humor, y con eso de la menopausia casi no ha querido hacer nada y además por la falta de ejercicio, todo nos duele. Pregunté a un amigo fisioterapeuta por un/una buena masajista y me dijo entre bromas que sí conocía un/una muy buena. Ya que me explico, tomé los datos como que no me interesaba, pero llegando a la casa, invité a mi mujer a una sesión de relax, sauna, jacuzzi y masaje en un motel.
Primero repeló, que no quería un masajista porque íbamos a querer trío y le dije que entonces una masajista y también rezongó, que iba a estar mejor que ella y me la iba a querer coger (Mi mujer es muy celosa, no ha querido intercambios ni MHM). Por supuesto que le respondí que no lo haría con otra mujer delante de ella… aceptó y hechos los preparativos, salimos rumbo al motel.
Arianna decidió ir muy sexy, para verse mejor que la masajista y que yo no tuviera malos deseos. Nada sospechó cuando subimos a “la masajista” unas calles antes del motel. Nuestra “amiga” se presentó como “Susy” y empezó a platicar mientras daba un masaje a los hombros de mi esposa “pues iba muy tensionada”, así ella se relajó un poco y tomó confianza.
Una vez instalados, ella me pidió que me fuera preparando, que me quedara en calzoncillos y me acostara mientras ella terminaba el masaje a mi mujer, quien a los pocos minutos se dio cuenta del pequeño detalle que nuestra masajista cargaba en medio de las piernas… y no era precisamente un vibrador.
Como ya lo había yo imaginado, mi esposa tuvo mucha curiosidad de los implantes de seno que el amigo se había hecho, y si pensaba en alguna ocasión extirpar su pene y hacerse una vagina. Supongo que para ese momento ya se había dado cuenta del buen tamaño del miembro del masajista y ya tenía curiosidad de conocerlo. Susy le mostro sus senos redonditos y la animó a tocarlos para que comprobara lo bien que habían quedado. Para esto se quitó el vestidito que llevaba y sus mini-pantis no pudieron contener un pene como de 19 cm que se empezó a asomar en el momento en que mi esposa empezó a tocar esos senos y a rozar esos pezones.
Susy seguía con su masaje, lo quitó la blusa a mi mujer y conforme iba notando que ella cedía, empezó también a acariciar sus senos, primero repitiendo los movimientos con los que ella la acariciaba, y después, hizo algunas caricias que mi mujer, entendiendo el juego, repitió en el pecho de Susy. De pronto Susy se inclinó a besar un pezón de mi mujer y a continuación, Arianna también le chupo un pezón, correspondiendo a la caricia, con la diferencia de que, al mismo tiempo, empezó a palpar el pene duro que ya estaba por completo por fuera de la breve prenda que no pudo contenerlo. Realmente fue más sencillo y hubo menos resistencia de lo que yo había imaginado.
Continuaron con caricias y quitándose la ropa. Mi esposa quedó en las puras mallas mientras Susy clavó su cabeza en medio de sus piernas y empezó a chupar su vagina que, en esta ocasión, si estaba bien lubricada. Yo aproveché para poner mi pene en la boca de Arianna y poco me falto para eyacular allí. Después del primer orgasmo de mi mujer, me hizo a un lado para chupar el pene de Susy. Yo aproveché para sentir en mi boca esas tetas deliciosas producto de la cirugía plástica, que en realidad no se diferenciaban de unas reales. También besé en la boca a Susy y después bajé para ayudar a mi esposa a chupar ese miembro, de tamaño y dureza excelentes, pero de mejor sabor. Fue solo un momento porque casi de inmediato, Arianna lo quiso sentir adentro de sus entrañas. Fue un placer ver como la iba penetrando poco a poco… verlas abrazadas juntando esos deliciosos pechos… besándose y apretándose en un vaivén acompasado por sus gemidos. No pude soportar más y untándome un poco de lubricante, empecé a penetrar el ano de nuestra “amiga”, que me dio su aceptación con un apasionado beso. Era un trenecito de placer del que yo llevaba el ritmo hasta que no aguanté y exploté dentro de aquella apretada cavidad, lo que provocó su eyaculación en la vagina de mi esposa, que para ese entonces ya iba como en el cuarto orgasmo. Por supuesto, terminamos en un “circulo vicioso” donde cada uno limpiaba las mieles del otro, y después nos besamos y descansamos un poco, entrelazados de tal forma que no podíamos saber que parte era del cuerpo del uno, del otre ó de la otra.
Ese día también tuvimos un rico masaje, además de otro rato más de placer prohibido. Llegando a casa mi mujer me reclamó que la llevé con engaños, no creo que muy molesta, porque ella fue la que hizo la cita para otro masaje para el próximo mes…
2 comentarios
Servicio a Domicilio...
Publicado en:4 Julio 2021 12:38 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
21216 vistas
Esta es una fantasía escrita con ayuda de un amigo de TSdates.com, Ccrew09... esperamos hacerla realidad a la primera oportunidad.

LA ESPOSA:
Ese viernes por la noche estaba preparada para una noche especial, como me lo había prometido mi marido. Nuestras hijas habían salido de viaje y estaríamos solos, por lo que nuestra rutina de pizza y películas cambiaría por una noche romántica.
Yo esperaba ya “vestida” con un negligé negro de muy gratos recuerdos y la casa a media luz cuando llegó Alfredo. Me saludó con un beso apasionado y me dijo que se daría un baño rapidísimo mientras yo servía un par de copas de cava que ya tenía enfriando.
Justo estaba en esa labor cundo escucho que llaman a la puerta. Me puse encima una gabardina para asomarme a ver quien tocaba y me sorprende encontrar bajo la lluvia a un repartidor de pizza, pues cuando no están nuestras hijas no hacemos tal pedido. Supuse que Alf lo había olvidado y realizo el pedido por costumbre. Me apresuré a abrir y a recibir la pizza, diciéndole al joven que pasara un momento para su pago y la propina y que no se mojara, a lo que me respondió que no importaba la propina, pero que llevaba todo el día haciendo entregas y lo que le urgía era entrar al baño, que si por favor le daba oportunidad de hacerlo. Yo sin la menor suspicacia, le indico en dónde se encuentra el baño de la sala y paso a dejar la pizza al comedor, en donde me encuentro a mi marido ya bañado y completamente desnudo, quien con rapidez me quita la gabardina y me empieza a besar y a manosear y se restriega contra mi y me calienta de una manera que ya empiezo a sentir cómo en mi húmeda cuevita, fácilmente se desliza la punta de su pene. Me he olvidado por completo de nuestro casual visitante, que para ese entonces ya ha salido del baño y se deleita a la distancia con el espectáculo y mi esposo como a propósito, me desnuda el trasero y me lame los senos para provocarlo. Yo ya estoy que echo chispas cuando lo recuerdo y lo veo acomodándose el pene por encima del pantalón y me empiezo a sentir apenada, pero por otro lado, siento el pene de Alfredo frotando mi clítoris y lo escucho decir al muchacho aquel: “¿Gustas cenar con nosotros?”
CCREW09:
Me acerco a hacia donde están ustedes, mientras la abrazas levantas sus encajes para mostrarme su jugoso culito, me uno al abrazo desde atrás de ella y empiezo a besarla por el cuello, tomo sus pechos desde atrás mientras suelta un gemido rico, ella ya siente entre sus nalgas mi miembro duro y parado y comienza a sobármelo con su mano. Te das cuenta y con intención de ayudar a la situación quitas por completo sus ropas, la recuestas sobre el sillón de la sala y ambos a cada lado de ella nos encargamos de besar y lamer un pecho cada uno, ella solo gime en éxtasis mientras ve y siente a sus dos amantes disfrutando de su cuerpo. Entonces sucede lo inevitable, ella ya no puede más, quiere probar mi verga que hasta ese momento solo ha tocado sobre el pantalón, me empieza a desvestir hasta quedar en bóxer, ella aún sentada en el sillón, me quedo parado junto a ella mientras baja esa última prenda liberando mi miembro el cual ya está muy mojado de la calentura que me provoco el estar masajeando y besando su cuerpo. Tú ves desde el otro lado del sillón disfrutando de la escena mientras te tocas, ella empieza a comerse mi verga, la lame y succiona como loca; te acercas a nosotros y haces que mame nuestros falos al mismo tiempo, ella dice ya no poder más, quiere que la penetren, la volteas sobre el sillón para que nos muestre abiertas esas nalguitas ricas que tiene y antes de poderme acercar a ella tú la penetras y arremetes, aprovecho y me siento sobre el respaldo del sillón, coloco mis huevos y verga sobre su cara, ella empieza a lamerme todo. Te retiras de ella y me dices que es mi turno, ella quiere montarme por lo que me acomodo, al sentarse en mi verga pareciera que se enciende algo en ella ya que empieza a moverse como loca, mientras lo hace empiezas a lamer y besar su trasero, hasta la ayudas a mover las nalgas con tus manos. Ella solo gime y grita de placer, pero es momento de cambiar, la acuestas de cucharita y empiezas a cogerla más duro que antes, aprovecho para tomar un descanso, aunque ella me sigue masturbando con su mano, no la dejo atrás y me acuesto frente a ella para lamer sus senos y rozar su clítoris con mi mano mientras tú la sigues cogiendo, eso la excita tanto que la hace venirse y temblar de placer, veo como su vagina suelta chorros de tanto goce, te retiras para ver completo el cuadro mejor, aprovecho y empiezo a lamerle los jugos directamente de la fuente, no puedo más tengo que terminar en ella, la tomo y subo sus piernas en mis hombros, arremeto tan duro que a cada golpe de caderas la hago pujar, siento como mi verga roza todo dentro de ella y estoy al punto del clímax, ella lo presiente, baja sus piernas y me aprieta con ellas haciendo que vaya más rápido, no puedo escapar y no quiero hacerlo, me vengo dentro de ella, siento como si no me detuviera, es el orgasmo más largo que he tenido. Me retiro y solo veo la cantidad de leche queriendo salir de su cuerpo, toma un poco con sus dedos y prueba el producto que acaba de hacer conmigo. Tu aun no terminas y quieres que pruebe la combinación de ambas leches, arremetes con ella hasta venirte dentro de ella haciendo una mezcla de ambos jugos, lo vuelve a probar extasiada, al parecer el sabor le agrada ya que hace por sacarlo en su mano para beberlo por completo. Ustedes quedan recostados desnudos aun, pero yo tengo que seguir "trabajando", agradezco la rica cena, les dejo mi número solo por si requieren algún día de una entrega de alimentos, claro esperando que algún día me inviten a la cena nuevamente.

EL ESPOSO:
En cuanto CCrew09 se retira, me deslizo a la alfombra y meto mi cara entre las piernas de mi amada. Bebo los jugos de los tres mezclados directamente en la mas linda copa y no me detengo hasta sentir sus chorros nuevamente sobre mi cara. Después nos refrescamos bebiendo un poco de cava mientras descansamos, le ofrezco un poco de pizza antes de continuar lo que será una noche completa de sexo. Entonces ella reflexiona un poco y cae en cuenta de que no “pagamos” la pizza y descubre que todo a sido uno de mis trucos y me dice: “Espero que hayas guardado el número del ‘repartidor’ para ‘pagarle’ mañana” A lo que respondo afirmativamente mostrándole el mensaje que acabo de recibir en mi celular: “¡Tu esposa está riquísima! ¿Le gustó? ¿Habrá modo de nuevo mañana?”
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Nuestro primer trío ya como esposos, con un amigo que conocí en TSdates.com
Publicado en:6 Deciembre 2019 5:24 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:45 pm
39968 vistas
Alfredo paso por mí, es viernes y es el viernes que conoceré al tercero en nuestra cama, quedó de pasar por él a una esquina del centro de la ciudad y justo antes de cruzar la calle, cuando el semáforo nos marcó el alto, vi a un hombre que se parecía al de una foto que me había mostrado Alfredo hacía días, cuando eso del trío era solo plática. Iba caminando hacia la esquina prendiendo un cigarro, mi esposo con sonrisa de oreja a oreja y yo con nervios que me hacían nudo el estómago, pero ya estábamos ahí.

Se subió al carro, se presentó conmigo, saludó a mi marido y palabras más o menos a dónde iríamos a tomar algo, se decide por un bar y entre palabras de unos y otros como del clima y cosas así de fáciles, llegamos al bar.

Sigue plática de nada, y como el bar no era lo que esperábamos Alfredo dice que si nos vamos a otro lugar más privado. Yo ya había hablado con él que si no me latía, aunque estuviéramos en un motel solo platicaríamos y bajo esa expectativa salimos después de tomar una copa hacia “el lugar más privado”.

Ya en el motel “Los Altos”, pedimos una habitación con jacuzzi y nos dieron la 38, pasamos y pues pido mi segunda bebida. Alfredo y José, que así se llama, caminaron, revisaron, vieron, a diferencia de mí, que me senté en un sillón y planeaba no levantarme, apurando mi bebida. Seguí la plática, de nada y de preguntas como que si era nuestro primer trío o su primer trío y pues que sí, primerizos todos; me reí por la idea que era como luna de miel que los dos son vírgenes y que entonces no saben qué hacer, jejeje.

Pero mis acompañantes si tenían una idea de qué hacerme, me levanté al baño, ellos seguían danzando y hablando por el cuarto: uno con el jacuzzi que no servía y el otro buscando y encontrando cigarrillos y encendedor, luego abriendo la puerta al servicio para que arreglaran el jacuzzi, mientras yo regreso del baño y me quito los zapatos y las pantimedias sentada en el sillón, José creo que me está viendo sentado en la orillita del sillón donde estoy, Alfredo se acomoda unos momentos a mi derecha después de servirme mi tercer whisky.
En eso estábamos cuando vuelve el servicio al cuarto, me levanto porque estábamos en la pasadera y me siento en la cama, José seguía prendiendo cigarros, encontrando lugar para su corbata y saco que ya se había quitado y yo viendo como desde palco, la muchacha del servicio como sin vernos, José no sé y Alfredo observando lo del jacuzzi, se va la muchacha, amenaza regresar pero entonces se sienta José a mi derecha y Alfredo un poco atrás de mí y le pregunta si le había gustado la foto del tatuaje de mi espalda que hacía días le había mandado. José contesta educadamente que sí y acto seguido me quito el vestido para que Alfredo pueda presumir mi tatuaje y ofrecérselo a José que le da algunos tiernos besos y pasando su brazo sobre mi hombro toma mi pecho y le da un ligero toque como probando. Alfredo me besa para medir mi reacción, me sacan el fondo negro que llevaba y me acuesto, se terminan de desvestir o eso creo, pues queda José hincado a mi derecha enseñándome su larga verga lista para que se la chupe, Alfredo a mi izquierda me está manoseando los pechos y bajando la mano, busca saber si ya estoy mojada. (Creo que estoy escurriendo).

Después de darle unas buenas mamadas a José en esa posición y verificar que si me gustó el olor y la consistencia de esa verga, la chupo y oigo que a José le gusta también lo que le hago: oigo murmullos de así, más, más, así que rico y eso me excita más, me comienzan a chupar los pechos cada uno de su lado, y siento la mano de Alfredo metiéndome los dedos a la vagina y luego otra mano buscándome también entre las piernas, y la boca de José exigiendo besos. En ese momento vuelven a tocar a la puerta y siento que Alfredo se levanta a ver y observo que en la puerta ya no deja pasar a quien haya tocado, pero lo que quiero es que regrese a la cama que no me deje sola.
Cuando ya viene de regreso a la cama creo que ahí le digo a José que se acueste para chuparlo más a gusto, el acostado boca arriba, me hinco mostrando mi trasero a Alfredo y lo invito a que se me acerque, comienzo a chupar a José mientras Alfredo me da unas buenas metidas… se siente riquísimo tener una verga entrando y saliendo y otra para chupar, a José parece que le encanta, me pide le muerda la base de su verga, le chupetee los testículos le vuelva a morder la base y regrese a chuparlo y morderle la punta, luego me acuesta.
Alfredo que está un poco a mi cabeza, le pasa el condón y me acomoda con las piernas en alto, en los hombros de José y de primera fila ve, casi siente, como José me la mete hasta el fondo, y una y otra vez me la mete mientras busco desesperada la verga de Alfredo para chuparla y gozarla mientras tengo otro orgasmo.
José comienza a temblar y entre frases de que rico, mamacita, mas, más… comienza a eyacular y me besa con esa lengua que invade todo. No veo a Alfredo hasta que José se baja de mí y siento a Alfredo hincado junto a mi cara para que se la chupe y se levante para metérmela ahora él, José también se arrima a mí, me besa y es la señal para que Alfredo me la meta y mientras me la mete, chupo y limpio la verga de José, aunque sin la erección de un rato antes, todavía parada, me la mete y saca de la boca.
Cuando Alfredo se viene, me besa con pasión y se baja de mí. José comienza a buscar su ropa y sus cosas para irse, pide taxi y entre frases de agradecimiento y de que agradable velada, que ojala pudiera quedarse con nosotros, que ojala haya otras ocasiones, se despide y se va.
Alfredo se levanta cierra la puerta regresa a mi lado y comienza lentamente a oler, lamerme, chupa un poco todas las partes de José me agarro, busca su olor en lo profundo de mi boca, entre mis piernas, me chupa y lame limpiándome de ese otro olor, de esa otra verga, de esas otras manos que me habían recorrido. Ahora él con toda calma me la mete, me saborea, me toma, me mete sus dedos y me chupa hasta venirme de nuevo, luego con fuerza, una y otra vez me embiste hasta vaciarse.
Nos metemos a descansar al jacuzzi, me siento ebria, quizá no de Whiskies si no de tanta leche que me dieron, ya relajados nos dormimos, pero unas horas después al despertar todavía tenía Alfredo para darme más, pareciera que en lugar de cansarse por las montadas que me dio, haber tenido otra verga dentro de mí, esa otra compañía en nuestra cama, le daba energía para darme más y más y yo encantada que me dé por todos los lados y a todas horas que quiera darme.
20 comentarios
Visitando Sayula
Publicado en:3 Agosto 2020 2:38 pm
Última actualización en:5 Enero 2022 8:42 am
31083 vistas
Pasamos unos días muy descansados en el hotel Barceló Karmina Palace de Manzanillo. De lunes a viernes estuvo muy solo el hotel y con los servicios apenas indispensables para la época en la que estamos viviendo. Esperaba que se pudiera dar algo con alguno de los otros huéspedes, pero la verdad eran muy pocos y raros (lo mismo pensarían de nosotros) Así que el viernes que empezó a llegar más gente, nos regresamos para evitar aglomeraciones.
Nos pesaba regresar tan pronto a Guadalajara, así que, cuando nos hicieron el encargo de unos cuchillos de Sayula, no dudamos en hacer escala en el camino, y así también comprar algo de cajeta y comer una deliciosa birria, tanteando de quedarnos una noche si había un lugar propicio y seguro.
Por coincidencias de la vida, justo en la birriería Solorzano nos topamos con Nicolás, un excompañero de la escuela preparatoria. En mis tiempos mozos, yo guardaba un poco de distancia de él porque consideraba que era homosexual (ahora ya no pongo categorías). Resulta que regresó a montar su negocio en Sayula, se casó y tuvo tres hijos. Para estas fechas, sus hijos ya no vivían con él y su esposa, según él, se había ido a quedar un tiempo con su hermana a una ciudad de los EEUU.
El caso es que nos dejó en claro que vivía solo en su gran casa y que estaría muy contento de que nos quedáramos esa noche como sus huéspedes, para seguir platicando de nuestras anécdotas estudiantiles y de nuestras actividades ya como adultos. Aceptamos y nos trasladamos a su domicilio.
Nos acomodamos en el fresco jardín de su casa en unos muebles de herrería. El lugar era cómodo y fresco, pero el respaldo de metal caló en la espalda de mi esposa, por lo que terminó recargada en mi pecho. Yo la rodeé desde atrás con mi mano izquierda, mientras con la mano derecha sostenía la sabrosa bebida que nos había brindado nuestro anfitrión.
Estábamos tan a gusto y relajados con la plática que, sin darme cuenta, empecé a acariciar los pechos de mi esposa por encima de su blusa. Acaricié su cuello y sus hombros y de pronto metí la mano para llegar hasta sus pezones, dejando uno un poco al descubierto cuando cambié mi mano para acariciar el otro. Lo más curioso es que ella no protestaba y aparentemente lo estaba disfrutando, tanto como nuestro amigo, que para estas alturas ya traía una cara de diablillo perverso.
La chispa encendió cuando me tuve que levantar al baño y mi esposa protestó porque no se quería recargar en el duro fierro del sillón. Mi amigo se ofreció a traer un cojín, pero ella le dijo que no, que mejor él se sentara en mi lugar mientras yo regresaba. Cuando llegué al baño, ya iba con el pene bien erecto por la situación que se dio en ese momento. Me di cuenta de que tenía una bañera bastante amplia e imaginé lo que podríamos hacer en ella.
Cuando venía de regreso, Nicolás ya tenía los pechos de Ariana por fuera de la blusa y los estaba acariciando tal y como yo lo hice antes, sin duda que ocupo mi lugar, yo creo que ahora ella estaba sintiendo otro duro fierro a sus espaldas. Me vieron a la distancia, pero yo les dije que siguieran, que ya iba en seguida. Fui a buscar una botella de lambrusco que traíamos en una hielera, para seguir brindando por tan agradable encuentro.
Cuando volví al jardín, Nicolás y mi esposa se estaban besando y acariciando descaradamente. No los interrumpí, solo pregunté si podría poner a llenar la bañera y escuche que me alcanzaban a decir que si entre gemidos. Regresé al baño y un par de minutos después, llegaron ellos, pues Ariana quería usar el sanitario. Los caballeros nos salimos del baño y después de un rato prudente, preguntamos si ya podíamos pasar, a lo que mi mujer respondió que sí, y la encontramos ya desnuda adentro de la bañera, apenas cubierta por un poco de espuma que tapaba tibiamente su cuerpo desnudo. Nos miró con cara de deseo y nos preguntó: ¿quién me talla la espalda?
Pronto nos acomodamos los tres y le tallamos todos los rincones. En un momento dado, mi amigo se paró frente a ella para darle a chupar su pene y al ver su tamaño, decidí ayudarle un poco. Después, Ella se tendió delante de mí y él, delante de ella, finalmente la empezó a penetrar: tomó sus piernas y las levanto tan alto como pudo, mientras entraba y ella gemía de sabrosa manera. Las olas y el chapoteo hacían parecer que era un jacuzzi en lugar de una bañera. Ya que nos batimos lo suficiente, salimos para continuar la ronda en la cama.
Primero nos turnamos encima de ella. Después ella se montó sobre Nicolás y yo le metí mi verga a la boca, tratando de no perderme la forma en la que cabalgaba y como mi amigo le apretaba los senos. Con mi pene a punto de reventar, me permitió penetrarla un poco por el ano mientras seguía arriba de Nico, con el pene clavado hasta el fondo de su vagina.
El sentimiento fue tan intenso, que a los primeros empujones me derramé en el interior de aquel chiquito tan delicioso. Casi de inmediato ella, y luego le tocó el turno a él. Al bajarme me di cuenta como escurría mi semen de su ano, y cuando ella se bajó, vi salir esa leche ajena mezclada con sus jugos del interior de su vagina, néctar que no dude en lamer y beber hasta dejarla limpiecita y lista para la siguiente, pero ya era tarde y caímos rendidos de sueño.
A media mañana, sentí como una boca se dedicaba a chupar mi falo y mis testículos y me ponía bien duro. Levanté un poco la cabeza y miré que era Nicolás, que antes había lamido la puchita de mi dama y ya le tenía tres dedos clavados adentro. Ya que se aseguró de tenernos listos, penetró a mi mujer y me pidió que por favor yo lo penetrara a él. No me pude negar, pues mi deseo estaba al máximo. Mi mujer gemía a cada empujón que yo daba de mi pene en el apretado ano de mi amigo, y volvimos a terminar los tres casi al mismo tiempo. Nos volvimos a quedar dormidos mientras nos besábamos y nos acariciábamos entre los tres.
Por la mañana y después de un sabroso desayuno que nos ofreció nuestro anfitrión, salí a comprar los famosos cuchillos. A mi regreso los encontré haciendo un sabroso 69. Me desnudé rápido y me incorporé tomando el lugar de él, para que ahora, él de pie, l a penetrara de a perrito. Volvió a terminar abundantemente dentro de ella, pero una parte me chorreo y dejó pegajosa mi barba. Aún así no me quité y seguí lamiendo el clítoris de mi esposa hasta que sentí que le temblaban las piernas y me soltaba un chisguete de sus calientes jugos, estaba tan extasiada que no puso peros en tomarse toda mi leche que salió de mi pene a borbotones. Volvimos los tres a la bañera, pero ahora si para limpiarnos bien, pues estábamos embarrados de sexo por todo el cuerpo.
Mi esposa hace planes para regresar pronto a Sayula. A mi también se me antoja mucho, pero dudo porque mi amigo me preguntó si a la siguiente me dejaría penetrar, pero… no tener yo más alhaja…
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Cambio de look
Publicado en:4 Julio 2020 4:34 pm
Última actualización en:7 Enero 2021 10:41 am
32392 vistas
Esta es una fantasía… espero pronto pueda ser real.
Arianna ha estado de mejor humor últimamente, o al menos, parece que intenta dejar atrás los malos días y cambiar la rutina de la cuarentena por algo más divertido. Aceptó que le hiciera cita en la estética para cambio de imagen: corte de pelo y maquillaje, como para ir de fiesta. Puso cara de que era un gasto excesivo, pero ya había dicho que hoy me complacería.
John es un estilista muy especial. Además de hacer muy buenos cortes y con el pretexto de ser gay, les da a sus clientas unas muy buenas agasajadas y de algún modo, las deja excitadas y sintiéndose modelos de pasarela. Sin duda hoy se lució con mi mujer. Se mira realmente espectacular.
Le pedí que fuéramos a tomar una copa y no puso peros. Le dije lo hermosa que se miraba y que, a pesar de su edad, seguía siendo muy atractiva. Esta vez solo sonreía y se miraba en los espejos de aquel lugar en donde estábamos. Mi plan marchaba sobre ruedas.
Estaba un joven a dos mesas de la nuestra, que no le quitaba la vista de encima. Se lo hice notar, pero me dijo que solo eran ideas mías. -“Vamos a invitarlo a nuestra mesa, para hacer algo diferente”- le dije. Supongo que Arianna anda un poco coqueta, porque me dijo que sí.
Por supuesto, con anterioridad ya había hablado con alguien que que había conocido en la página de TSdates.com, y le había contado mi plan. Lo verifiqué y lo interrogué para saber si no era de los que iba a salir corriendo al darse cuenta de nuestra edad. Aparentemente todo bien y que nos esperaba justo en el lugar y a la hora convenida.
“Amigo” -me dirigí a él- “¿Querrías compartir una copa con nosotros? Estamos aburridos del encierro y queremos platicar con alguien”.
Por supuesto aceptó. trajo su trago a nuestra mesa de sillón corrido y tomó su logar al otro lado de mi mujer. Fui muy directo: “Hace rato no salíamos y hoy se hizo un cambio de look… ¿qué te parece cómo se ve mi mujer”. Nuestro nuevo amigo se deshizo en halagos. Hicimos platica de muchas cosas y de nada a la vez. Cuando ya íbamos por la tercera copa, nos lanzó la pregunta directa: “¿Son Ustedes una pareja swinger? Siempre he querido participar en un trío y más me gustaría si es con una mujer madura y tan hermosa… ¿Lo harían conmigo?”
Por supuesto que Ariana se quedó perpleja. No le quise dar mucho tiempo de pensarlo, me arrimé a ella para acariciar sus piernas al tiempo que respondí: “No sé, yo por mi estoy de acuerdo, pero mi esposa es la que debe decidir… ¿qué tal si te arrimas y se lo pides bajito al oído?”. Por supuesto, antes de que ella pudiera decir algo, el ya estaba susurrando y besando su cuello con un tono de “por favor, si” al que ella solo atinó a responder con un beso apasionado. En pocos minutos ya la teníamos acorralada entre los dos en aquel rincón oscuro del bar, besando a uno y otro mientras nuestras manos recorrían palmo a palmo su anatomía. No se en qué momento, ella había sacado de su prisión al pene de nuestro amigo, y mirando de reojo para que nadie la viera, se agacho a chuparlo con fruición. Yo me incliné un poco para cubrir la acción, por si alguien volteaba a vernos, pero al mismo tiempo los urgí a retirarnos a un lugar más cómodo.
Mi intención era que nos trasladáramos a un motel a pocas calles de allí, pero ya fuera del bar, el amigo nos preguntó que si queríamos conocer su combi. Mi mujer dijo que si y a pocos pasos la encontramos. La parte trasera estaba alfombrada, sin asientos y las ventanas oscuras, así que subí yo primero, después se deslizó Arianna y por último él. Le ayudé a desvestir a mi esposa. Siempre es un doble placer preparar a mi mujer para otro. Pronto quedó desnuda tendida en el piso de la combi mientras la acariciábamos y la besábamos. El introdujo sus dedos para comprobar que se estaba derramando de ganas y de un brinco se metió entre sus piernas. Yo me hinqué a un lado de la cara de mi mujer con mi pene erecto, en espera de meterlo en su siempre sabrosa boquita, pero él se la estaba comiendo a besos y no parecía querer soltarla.
Ella pidió subir las piernas en los hombros de él y yo aproveché para clavarle mi verga hasta la garganta, apagando los gemidos que provocaba la profunda penetración que estaba recibiendo. En pocos minutos ya estaba viniéndose, y sus jugos calientes provocaron la abundante eyaculación de nuestro amigo que, al terminar, se tendió a un lado.
Yo rápidamente me arrime a lamer un poco su clítoris mientras ella todavía seguía gimiendo entre espasmos. En un momento dado me pidió que la penetrara, pero antes de subirme en ella metí un poco mi lengua dentro de su vagina para saborear esa mezcla de jugos, y después la besé para que también gozara de ese sabor, al tiempo que le dejaba ir toda mi estocada. Nuestro amigo reaccionó y puso su pene en medio de nuestras dos bocas. Así lo terminamos de limpiar mientras yo dejaba escurrir también mi semen en la copa de mi amada.
Fue todo. Nos despedimos y quedamos de volver a vernos pronto. Nos vestimos y regresamos a casa, en donde ahora escribo esta historia para compartir en la página de TSdates.com.
Que curioso, acabo de leer un mensaje de nuestro amigo Cristopher de TSdates.com diciendo que no podría vernos el día de hoy… Me parece que alguien ajeno al plan salió ganando el día de hoy.
9 comentarios
Con otro amigo de TSdates.com
Publicado en:26 Julio 2021 12:48 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
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Ahora pedimos a otro amigo de aquí de la página (DnGato) que escribiera algo acerca de nuestros encuentros...

Me encanta salir con Dec1d1d0s… o más bien entrar con ellos al motel cuando por fin se deciden a jugar. Ya se que a Ariana le fascina que llegue bien bañadito, oliendo casi como mi ropa recién lavada y planchada, con un ligero enjuague varonil y un toque del perfume de su preferencia… yo se que de esa forma no se resiste y apenas el abrazo y el beso de saludo, la puedo dejar ir deslizando, abriendo mi camisa y desabrochando mi pantalón hasta bajar mis calzones y engullir mi pene. Su marido observa y poco a poco se desnuda y ayuda a Ariana a despojarse de sus ropas.
Es una delicia sentir como sus labios van devorando mi miembro pulgada a pulgada y en cuestión de segundos ya está completamente húmedo, lleno de su saliva, pero también empieza a gotear de su interior el lubricante propio. Entonces miro como ella con su lengua puntiaguda lo va tomando y saboreando, y luego regresa a succionar para hacerlo salir más abundantemente.
Alfredo acerca unos vasos de vino y queso para que mientras nos refresquemos. Ariana toma un hielo de su vaso y empieza a chuparme y recorrer el contorno de mi verga con ese hielo. Sabe muy bien lo que eso me provoca. Estiro la mano para tocar su entrepierna y trato lentamente de acariciar su vulva y encontrar su clítoris, que ya se ha hinchado y se está lubricando aceleradamente. Pronto la lengua de su esposo ya esta jugando junto con mis dedos en ese rincón.
Terminamos por recostarla en la cama y me conduce entre sus piernas para que la monte y la penetre a tope. Sus tobillos descansan en mis hombros y procuro besar sus pies y morder ligeramente sus pantorrillas. De pronto siento que con sus talones trata de jalarme para que esté más adentro de ella y me doy cuenta de que Alfredo se ha colocado detrás de mí, y la penetra analmente con un dedo. Me yergo un poco con sus piernas abrazadas a mi para penetrar más hondo y facilitarle la maniobra. Ya le tiene dos dedos en el culo y yo siento mi pene super apretado por esa vagina húmeda, caliente y apretada. Le doy con todas mis fuerzas y la escucho gemir y rechinar los dientes mientras tiene su orgasmo. De pronto, me rodea la cintura con sus piernas y me jala la cabeza para besarme mientras me obliga a eyacular abundantemente dentro de ella.
Nos quedamos besándonos un par de minutos en lo que mi pene sigue pulsando en su interior. Me siento chorrear todavía. Nos despegamos lentamente mientras Alfredo se arrima y contempla como mi semen empieza a escurrir fuera de esa rica puchita. Limpia con su lengua esa cremita mezclada con los jugos de su mujer y después la besa para compartir con ella esa delicia. Después ella me besa a mí y compruebo lo rico de esa mescolanza. Mientras su viejo la monta, ella me jala para empezar a limpiar mi pene, del que curiosamente siguen brotando gotas de leche. En un momento dado, ellos se besan y mi pene se atraviesa entre sus labios y es delicioso sentir esa doble caricia.
Ahora él eyacula. Nos ponemos uno a cada lado de ella para besarla por turnos y no dejamos de acariciar su entrepierna. Tenemos la idea de hacer una doble penetración vaginal, pero esa la contaremos en otra siguiente historia.
Si alguien más quiere compartir una historia similar, búsquenme como DnGato.
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Para Convencer a mi mujer
Publicado en:7 Marzo 2021 2:48 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
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Con mi primer esposa había tenido buenas aventuras. No es que mi actual esposa no me hiciera suficientemente feliz, pero quería que ella también probara y compartiera conmigo emociones más fuertes,
No es tan como decir: "¡Hagamos un trío"! primero leímos algunas historias calientes y luego le pedí que me escribiera un par, siendo ella la protagonista, pensé que así se iría haciendo a la idea...
Estas las historias que ella me escribió aquella vez:


I

Salgo muy temprano de casa, tengo que llevar los papeles para el trámite de crédito que inicio mi marido, llego solo para darme cuenta de un aviso que dice: hoy no abrirán las oficinas por ser el día del burócrata. Oigo que me hablan por mi nombre y veo a Ramiro, el que fue mi primer amor de caminar hacia mi, me invita a tomar algo y entre platica nos ponemos al corriente de los que hemos hecho durante los últimos años, comenzamos a caminar abrazados y en el cafecito al que llegamos seguimos tomados de las manos, la platica sigue y me invita a ir a algún lugar para estar más cómodos, no sé ni cuando acepto pero en el taxi siento que la ropa me aprieta, le acaricio su entrepierna y veo que a su pantalón le pasa lo mismo, es muy grande el tamaño que siento de su pene. Llegamos a un motel y ya en el cuarto me desviste entre besos y caricias en todo mi cuerpo, le quito poco a poco la camisa mientras el desliza mi vestido hasta el piso, me besa los pechos, los acaricia y comienza a succionarlos, luego se agacha, me abre las piernas, busca meter sus dedos, me encuentra mojada, escurro de las ganas, llegamos a la orilla de la cama, nos aventamos, queda bajo de mi y le desabrocho el pantalón, con los dientes le bajo el cierre y saco su endurecido pene, me dedico a besarlo, acariciarlos y a darle las mejores chupadas que he dado, es tan grande y suavecito que quiero que se pierda dentro de mi boca mientras mis manos le acarician los testículos y la suave piel de su entrepierna

Siento como cada segundo se endurece mas y mas, oigo a Ramiro gemir y siento como pone su cuerpo tenso, es la invitación que espero para montarme en él, bajo poco a poco, entra en mi despacio muy despacio, gime, casi grito, no aguanto más y comienzo a moverme para sentir como entra y al tiempo que chupo sus tetillas, lo acaricio y entre besos y chupadas me froto mas rápido hasta que siento un orgasmo que me hace temblar y escurrir aún mas. Ramiro me baja para ponerme a su lado, sus manos y boca me recorre, lame y chupa, recorre hasta que encuentra primero con un dedo mi clítoris luego con su lengua, me sigue chupando y lamiendo mientras con una de sus manos me acaricia el pecho la otra introduce un dedo en mi vagina, mueve dedo y lengua sincronizados, no aguanto, pido, ruego penétrame con tu pene, se endereza pone mis piernas en sus hombros y me embiste de un solo golpe que me llega al fondo, se queda quieto un segundo para luego iniciar un entrar y salir de mi cada vez más rápido, jalo y pellizco sus tetillas, lo siento crecer un poco mas dentro de mi, me parece imposible que esté mas duro y grande para llenarme de semen un segundo antes de que yo tenga otro orgasmo, se aferra a mi y nos quedamos abrazados por algunos minutos. Parece que no hubiéramos dejado de vernos siete años, nos despedimos y Ramiro queda en llamarme. Me siento tan excitada todavía al llegar a mi casa que tarde se me hace el tiempo que falta para que llegue Alfredo, mi esposo. Cuando llega ya tengo a los dormidos y sin darle tiempo a nada lo llevo a la recamara para que me haga el amor como siempre, tranquilo, lento, como si temiera lastimarme, pero ahora eso quiero algo lento que me tranquilice para poder dormir.
II
Ya no tarda en llegar Alfredo con la sorpresa que me prometió, ya lleve a los a dormir con mi mamá, me bañé y me puse mi mejor baby doll, el cuarto está a media luz, con una veladora perfumada, me dijo que sería una noche como nunca hemos tenido, me siento tan excitada, hace tanto que no tenemos sexo, pensé que yo ya no lo atraía. Lo oigo entrar, lo estoy esperando en la cama recostada y con cuatro tequilas en el estomago y más para él en el buró, me dice que va a vendarme los ojos y a sujetarme a la cabecera con unas pañoletas que trae, poco es decir que estoy sorprendida. Estoy quieta tengo mas nervios de lo que creí, se acerca casi sin hacer ruido, me da risa y dice que actúe en este juego con él, que me quede callada y no pregunte nada y solo disfrute.

Me recorren el cuerpo sus manos con toques leves, casi tímidos, me quita el camisón siento su mirada, a pesar de tener los ojos vendados noto algo diferente, prende el estéreo en una estación de música instrumental, y esto hace que ya no distinga su respiración que era lo único que oía, sus dedos suaves me acaricia toda, me busca entre las piernas esa humedad que ya tengo mete un dedo, luego lo siento con su boca succionando mi clítoris, cielos, nunca lo había sentido tan excitado, y yo quiero que deje de mamarme y me penetre, o mejor que no pare y yo tenga un sú orgasmo, pensé que al estar amarrada y vendada me iba a dar miedo, pero ya no sé que es más fuerte; los nervios o la excitación, le suplico me desate para abrazarlo, pero no me responde, me deja para hincarse en mis hombros y lo chupe, es tan grande, él debe de estar como yo más excitado que nunca pues no recuerdo que lo tenga tan grande, quiero acariciarlo pero no me desata, entra y de mi boca frenéticamente se pone de lado y así continuo para que con su mano me siga acariciando, me dice que estoy muy mojada, como si no se hubiera dado cuenta de eso desde antes, le pido me penetre que ya no aguanto y cumple mis deseos se acomoda entre mis piernas las levanta y muy lento mete su gran pene en mí, siento que no aguanto, que nunca lo había tenido tan grande, me llega hasta el fondo y comienza a moverse hasta que entre gemidos míos y de él llego a otro orgasmo y entonces él lo saca y siento que se acomoda hincado a mi lado y su chorro cae en mi estomago y entre mis pechos, comienza a lamerme el cuerpo, no sé si sueño o qué, nunca habíamos hecho algo así, me esta chupando un seno y con su mano estruja el otro, estoy loca quiero más, más, lo repito como letanía hasta que siento que otro cuerpo se me acerca para acomodarse entre mis piernas, comienzo a abrir la boca para gritar y Alfredo me quita la venda de los ojos, a mi lado está un hombre que no había visto nunca, ahora es Alfredo el que se esta masturbando mientras su compañero mete su pene en mi boca para que lo vuelva a levantar quiero que me penetren el que sea pero que lo hagan ya, como si mi marido leyera mi mente levanta mis piernas a sus hombros y de una sola metida se viene dentro de mi mientras su compañero termina de masturbarse viéndonos, luego me desata.

Estoy tan cansada y adolorida que me quedo dormida. Es de mañana y el cuarto está en silencio, Alfredo duerme a mi lado y no se si todo lo soñé anoche.
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Con el chofer del uber
Publicado en:9 Deciembre 2020 1:19 pm
Última actualización en:23 Abril 2022 3:44 pm
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Esta historía es todavía una fantasía. Espero que Gustavo la esté leyendo y nos busque para hacerla realidad... o a lo mejor se ofrece de voluntario algún otro chofer de uber...



Mi esposa y yo compartimos el auto. A veces los dos lo necesitamos y tengo que tomar un uber.

Hace días tuve la feliz coincidencia de que el chofer de mi uber fue Gustavo, un antiguo vecino de mi esposa que bromeaba con ella haciéndole proposiciones indecorosas. A ella eso le gustaba, pero le parecía muy chico. A veces, Él la ayudaba en otoño a barrer las hojas en la azotea de la casa y le pedía algo a cambio, pero no pudo conseguir más de un par de abrazos cachondones.

Eso era antes de casarnos. Él se mudó más o menos por el tiempo en el que nos matrimoniamos y teníamos ya varios años sin saber de Él, hasta ese día. Durante el viaje, yo no perdí oportunidad de bromear un poco, con la intención de saber si Él todavía deseaba tener algo con mi mujer. Le dije que ella me platicaba que le parecía muy atractivo y buen mozo, y que a veces bromeábamos con buscarlo para que nos ayudara a barrer la azotea y que le diera el pago merecido. A Él le subían y le bajaban los colores del rostro, pero yo quería dejar muy claro que no me incomodaba la idea. Al final, le pedí su teléfono por si a ella se le ofrecía alguna vez un viaje de uber, se pudieran volver a saludar, a lo que accedió con gusto.

Ese día llegó. Mi esposa tenía que hacerse unos análisis en el IMSS y yo le dije que la podía llevar, pero que me tenía que retirar a mi trabajo, y que a su salida le mandaría un uber para que regresara a la casa. Hablé con Gus, explicando la situación y me dijo que pasaría por ella con gusto. Quedamos en que yo le avisaría a qué hora y en dónde para así darle una sorpresa.

Llegado el día, la dejé en la clínica 46 y regresé a casa antes de irme a la oficina, para acomodar un par de cámaras ocultas y disfrutar posteriormente si algo sucedía. Me habló mi esposa justo cuando yo iba saliendo de casa y yo le marqué a Gustavo para darle las señas de cómo iba vestida y en dónde lo esperaba. A ella le mandé la foto del auto con el número de placas, que no tardó en llegar, pues Él ya estaba esperando mi llamada por el rumbo convenido.

Me contó mi mujer que fue una muy grata sorpresa encontrarlo. Que Él le dijo que había sido una coincidencia porque ya iba a tomar un descanso del turno para ir a desayunar, así que ella le ofreció invitarlo a casa para desayunar juntos. También me dijo que, durante el desayuno, muy amablemente le ofreció a subir a nuestra azotea para barrer las hojas si era pertinente. Ella solo respondió “ahorita vemos”.

Pasaron a la sala a terminar su café y seguir platicando de los viejos tiempos. En un momento dado el preguntó “¿ya me subo?” a lo que ella respondió “¿Todavía te me quieres subir?” El solamente respondió que si y la empezó a besar.

Ahora a ella ya no le parecía tan chico... empezaron tremendo faje y ella le apretaba el miembro por encima del pantalón. Él abrió su blusa y sacó sus senos del brasier para besarlos. En eso, ella se detuvo y le dijo: “Espera, me olvidé de avisarle a mi marido que ya estoy en casa”. Ella alcanzó el celular sin que el la soltara y la seguía manoseando y besando lo que tenía a su alcance.

¿Alfredo? -dijo entre resuellos- Ya estoy en casa, se me pasó avisarte porque ¿qué crees? El chofer del uber que mandaste era Gustavo y lo invité a desayunar y estamos aquí en la sobremesa.

¿En serio? -respondí yo, como asombrado- ¿Y ya lo pusiste a barrer la azotea? Ahora si le vas a poder pagar con cuerpomatico, porque ya no debe estar tan chiquillo...

Bueno, si... éste... se ofreció... pero... creo que el pago es por adelantado... -me dijo.

¿O sea qué? ¿Ya lo hicieron o apenas están en eso? -pregunté.

Pues... apenas... pero te quise avisar antes, para que no te molestes... ¿Si me dejas?... -respondió entre jadeos.

En eso se oyó que Gustavo dijo: “Si es tu marido me lo saludas mucho, que yo aquí te atiendo mientras, que no tenga pendiente” ...

Ya escuché –dije yo- ¿y qué tal? ¿Sigue chiquito o ya está bien formado? -

Ella se dirigió a Él y le dijo: “Dice mi marido que si tienes suficiente con que atenderme”

Él se puso de pie junto a mi esposa y se bajó el pantalón y la trusa y saltó un largo miembro que golpeó ligeramente el rostro de Ariana. Ella lo tomó con su manó libre y lo empezó a masturbar.

¡Está muy largo y se ve muy sabroso mi amor! ¿No te enojas si se lo chupo? - dijo ella

¡Claro que no! Disfrútalo con gusto... -asentí

Ella ya no dijo nada, solo empecé a escuchar los sonidos típicos de sus mamadas y los pujidos de Gustavo, que estaba disfrutando de aquello que siempre deseó. Ella, sin colgar la llamada, dejó a un lado el teléfono mientras Él la terminaba de desvestir. Yo estaba pegado al auricular tratando de no perderme ninguno de sus gemidos ni de sus frases calientes, con las que invitó a Gustavo a subirse en ella. Casi podía verla con las piernas bien abiertas mientras el hundía su cabeza entre ellas para chuparle esa rica panochita... le daba unas buenas “barridas” de abajo hacia arriba y luego clavaba su lengua. En un momento dado, ella literalmente aullaba de placer, pude escucharla rechinar sus dientes al momento del orgasmo y después pedirle a su nuevo amante: “¡Ya! ¡Penétrame con cuidado porque la tienes muy larga! ¡Dame tu leche que ya la quiero sentir hasta el fondo de mis entrañas!”.

Claro que repasar las escenas el video fue lo máximo, pero escucharlos en vivo fue algo de lo más caliente que he vivido últimamente, me saque el pene y empecé a masturbarme con la esperanza de que nadie entrara en ese momento a mi oficina. Finalmente escuche un nuevo orgasmo de mi mujer y después los bramidos de su macho en turno, “¡Ay barbaro!” -dijo mi mujer- “me vaciaste como dos litros de semen”. Con esas palabras terminé yo también por eyacular, me subí el cierre, traté de recuperar la compostura y salí de la oficina: “Jefe, ya voy por mi esposa al IMSS como le había comentado, regreso más tarde” ... y pegué carrera a casa. Ella no había colgado el teléfono así que en las bocinas del auto, seguía escuchando como al desmontarse, ella se puso a limpiar la crema que manaba del miembro de aquel hombre, con la “queja”: “Ay chiquito, te siguen saliendo chorros de leche”.

Cuando llegué a casa, Él ya la tenía de perrito en el sillón de la sala. Ellos siguieron en lo suyo mientras yo saludé con un apasionado beso a mi mujer y dí una nalgada a nuestro amigo: “¡Vamos, dale duro!” lo arengué. No tardó mucho en volver a eyacular, aunque ella ya no tuvo un orgasmo (llevaba 5 según me dijo”) Así que decidí ponerla boca arriba y darle una deliciosa mamada, saboreando ese néctar que escurría, producto de la mezcla de los jugos de mi mujer con los de su amante, que nuevamente había metido su verga en la boquita de mi mujer y para su asombro, ella se la tragó completa.
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Visitas Inesperadas
Publicado en:24 Agosto 2020 2:22 pm
Última actualización en:9 Deciembre 2020 1:21 pm
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Ayer por la tarde me contactó Ramón, me dijo que vendría a Guadalajara y quería aprovechar para encontrarse con Ariana, pero que ella no le había respondido aún si lo recibiría. El me pedía verse con mi esposa a solas en esta ocasión. Le respondí que todo dependía de ella, pues no había estado de buen ánimo para juegos. Le recomendé que me avisara una hora antes para buscar pretexto para salirme de la casa, y que a ella le llamara 5 minutos antes y dijera que pasaría “dos minutos, solamente para saludarlos”. El me dijo que me llamaría como a las 8:30am.
Pasé la noche excitado e imaginando el mejor plan para facilitar el camino a nuestro amigo. Por la mañana, dejé a la mano de mi esposa un vestido ampón, escotado y sexy que sin pensar se puso cuando se levantó a preparar el desayuno. Le dije que me habían hablado de la oficina y tendría que ir a una junta (por el covid, trabajo desde casa). Puse una cámara oculta en la sala y otra en nuestra habitación y cuando Ramón me llamó puntual, le dije a ella que era de la oficina para confirmar mi asistencia a la junta. La dejé del mejor humor posible y salí quince minutos antes de que Ramón la llamara.
Pasé hora y media perdiendo el tiempo en la oficina, hasta recibir un mensaje de Ramón: “Muy sabrosa tu mujer, me invitó a co…mer. te veo más tarde.”
Regresé rápidamente a la casa para enterarme de qué era lo que había sucedido. Encontré a mi mujer casi a punto de meterse al baño. Apenas si pude robarle un beso y me dijo que me tenía una sorpresita, pero que primero se tenía que bañar. Aproveché para ir corriendo a revisar la cámara oculta en la sala y les cuento en seguida lo que se veía en ella.

Ramón trataba de abrazarla y besarla. Le decía: “ándale mi reina, solo un beso, tenía tanto tiempo con hartas ganas de verte.. y de abrazarte y de besarte chiquilla”. Ella le decía “No, compórtate, va a llegar mi marido” y el refutaba: “¿Ya que esté él aquí te puedo hacer lo que quiera?” pero ella no contestaba. En un momento dado, ella aceptó: “Solo un beso” dijo, entonces se prendieron de los labios y el la abrazaba y la acariciaba todo lo que tenía a la mano. De repente, Ramón se sentó en el sofá y sentó a mi esposa de frente encima de él, sin dejar de besarla. Ella se arremangó el vestido hasta la cintura y él empezó también a acariciar sus nalgas. Así estuvieron un rato hasta que ella se paró un poco y bajó sus manos a la entrepierna de Ramón, seguramente para liberar al monstruo que sentía entre sus piernas. En ese movimiento, él aprovecho para sacarle el vestido y quitarle las pantaletas y se la volvió a sentar encima pero ahora clavada por completo en su verga, y ella empezó a brincotear alegremente encima de él, dejándolo que chupara y magreara sus pechos. A veces la tomaba de las caderas para hacer más veloz aquél sube y baja, y de repente le plantaba una nalgada en cada uno de sus glúteos.

Adelanté unos minutos el video, ahora el se levantó y se quitó el pantalón. Ella se sentó y se la estuvo chupando un momento, acariciándole los testículos y dándole pequeñas mordidas para hacerlo sufrir… de placer. De pronto ella se volteó y se arrodilló en el sillón, recargada en el respaldo, ofreciéndole la vista de ese hermoso para de suculentas nalgas que tiene. Ramón, ni tardo ni perezoso se las abrió con las manos mientras que su instrumento iba encontrando por si solo el camino hasta el fondo de la vagina y le empezó a dar con fuerza, el vaivén estremecía todo el mueble y el plop plop de su vientre golpeando contra aquel trasero retumbaba por toda la habitación. De pronto, se escucharon los gemidos peculiares de mi mujer cuando se viene, junto con un berrido de su amante, que también estaba vaciando toda su leche en el interior de aquella concha.
Se despegaron muy lentamente. El se sentó y ella se acostó en el sofá, acurrucada y con la cabeza en sus piernas, lamiendo aquel enhiesto miembro que seguía derramando semen. El le platicó un poco y ella soló respondía: “ajá… mju”. Cumplido el tiempo reglamentario de cuarenta y cinco minutos él se empezó a despedir. Ella entonces lo invitó a comer y el respondió: “Solamente que el postre seas tú” A lo que ella respondió afirmativamente.
Guardé la evidencia. Me senté en el comedor a hacer un poco del trabajo de la oficina. Mi esposa llegó y me dio un fuerte beso y se metió al a cocina a preparar de comer. “¿Qué hay mi vida? ¿Alguna novedad? ¿Cuál es la sorpresa que me tienes?”. No me platicó nada, no me dijo que Ramón había estado en la casa, solo me dijo que tendríamos un invitado…
Terminé mi trabajo y me puse a escribir este cuento. Son las tres de la tarde y la veo que mira nerviosa y con excitación el reloj. Yo también estoy muy excitado de pensar en el postre que nos vamos a comer.
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Después de que mi esposa se prostituyó
Publicado en:1 Junio 2020 10:02 am
Última actualización en:4 Octubre 2020 3:27 pm
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Hoy sigo con la secuencia de mis narraciones…
Pues sucede que como a los dos meses, Raymundo y Juan volvieron a registrarse en el hotel donde yo trabajaba… claro que de inmediato me preguntaron si podría volver a llamar a la ricura que los había atendido la ocasión anterior, pues lo habían disfrutado mucho. Ese día, Estela no iba conmigo y no era factible llamarle para que se presentara a dar un “servicio” a mis dos huéspedes. Les respondí que en esa ocasión no sería posible. De inmediato indagaron si pudiera ser al día siguiente, pues se quedarían un día más en la ciudad. También respondí negativamente, pues me tocaba día de descanso… pero en seguida se me ocurrió una gran idea y les comenté: “Pero en cambio, los puedo invitar a cenar a su humilde casa”, mientras anotaba el domicilio en un papel que entregué a Raymundo. Sus pupilas se dilataron de la emoción y se iluminó su cara con una gran sonrisa de gusto, al tiempo que respondieron que con todo y pena, pero no se podían negar por nada del mundo, pues tenían muchas ilusiones de volver a ver a mi querida Estela.
Por la mañana, llegué a casa a dormir. Le dije a mi esposa que irían dos amigos a cenar, que preparara algo rico y se arreglara tan guapa como pudiera, no le dije nada más y ella pasó el día muerta de curiosidad mientras que yo, apenas si pude dormir.
Aún con tal mal sueño, me levanté hasta a las siete de la noche justo para bañarme y arreglarme a recibir a los invitados, claro, mientras, ayudaba a mi mujer a escoger ropa interior muy sexy, una blusa casi transparente y una falda ancha que le daba un poco arriba de la rodilla. Supongo que algo sospechaba, porque en ese momento se notaba que estaba tan excitada como yo.
Puntual a las ocho llamaron a la puerta y corrí a abrir. Raymundo iba solo, cargando flores, una botella de whisky y una gran bola de queso holandés. Estela corrió a asomarse para ver quién era la visita, y según me dijo después, sintió que se hacía pipí de la emoción de ver a Raymundo en la puerta, pero en esta ocasión bien arregladito y bañadito. Raymundo entregó las flores a mi amada, al igual que un apretado abrazo, recorriendo buena parte del cuerpo de Estela con sus manos y después, le recetó un beso apasionado, que termino en un revolotear de lenguas. Yo apenas si había alcanzado a cerrar a tiempo la puerta para que los vecinos no se percataran de lo que sucedía.
Ella preguntó por Juan (yo también tenía la duda de la causa por la que no iban juntos). Él respondió que nos alcanzaría más tarde, que no tuviéramos pendiente, sólo que se había tenido que quedar a “echar mecánica” a su camión. Igual nos dijo que podríamos ir cenando, porque Juan acostumbraba a cenar solamente cerveza y cigarrillos, así que pasamos directo a la mesa donde ya nos esperaba una botella de vino tinto y un espagueti a la boloñesa.
Claro que no recuerdo a detalle, cada cosa que platicamos, pero si me quedaron muy grabadas las risas de mi esposa mientras charlábamos, en especial, cuando él metía su mano bajo la mesa. Contaba chistes de bulto, tocando para ello a mi mujer, y muy seguido volteaba para darle un beso y apretar sus senos que resaltaban y atraían bajo esa blusa casi invisible.
Pasamos al sillón con un trago de whisky cada uno. Ellos tomaron lugar en el sillón de dos plazas y yo, el individual a su lado. Apenas nos sentamos, él la tomó firmemente de la cabeza con una mano mientras la besó, y su otra mano se aventuró bajo la falda… yo miraba extasiado cuando llamaron a la puerta y me levanté a abrir procurando no dejar de mirar a la pareja en mi sala, a quienes ya empezaba a estorbarles la ropa.
En la puerta estaba Juan, sucio, oliendo a sudor y con manchones de grasa. Barba crecida como de cuatro días y con un tufo a cerveza y cigarro muy notorio, pero eso sí, con una cara de alegría bastante contagiosa. Me saludó con un abrazo y nos pasamos directo a la sala, donde mi mujer ya no vestía su blusa ni Raymundo su camisa. Juan les dijo: “Espérenme, no sean gachos, ya empezaron sin mi” y mi mujer respondió: “Claro que no, ven, emparéjate con nosotros”. Lo sentó ahí mismo del otro lado de Raymundo y sin el menor recato ni señal de molestia por sus olores, lo empezó a besar con pasión y a desnudar, mientras le daba apretones a su pene por encima del pantalón, y luego lo jaló de la cabeza para llevarlo a su pecho, donde Juan chupó y magreó sus pezones mientras Raymundo se terminaba de desnudar del todo.
Otro minuto de besos apasionados con Juan, con sus lenguas jugando notoriamente dentro de sus bocas mientras las manos de Estela ya habían bajado el zipper del pantalón, y se agachó de inmediato a meterse buena parte de aquel miembro cabezón y baboso en su boca, saboreándolo con gran gusto.
Juan me hizo una seña para que me acercara a ver… me preguntó lo que sentía de ver a mi esposa haciendo todas esas cosas ahí junto a mi… y solo atiné a responder: “Yo sólo sé que la amo y la deseo más cada día” … entonces mi esposa soltó aquel pene y volteó a darme un cariñoso pero perverso beso que me dejó la boca impregnada al sabor de aquel hombre. Después, ella se arrodilló en el sofá y se levantó la falda, dejando ver que cuando le fui a abrir a Juan, Raymundo le había quitado las pantaletas y ahora mismo ya estaba listo para penetrarla. Estela mientras volvió a besar en la boca con frenesí a Juan y en una pausa, me miró y preguntó si me gustaba lo que estaba viendo… y si… ¡me encantaba!
Después del beso con Juan, se la volvió a mamar al ritmo que Raymundo le marcaba con sus arremetidas. Yo no sabía para donde mirar. Ella de repente me pedía que me acercara a besarla, y luego seguía con su labor. Estuvieron así como por 10 minutos y luego Juan y Raymundo intercambiaron de posición. Yo me desnudé también y arrimé mi pene para que de vez en cuando me diera también unos chupetones. A un lado de la verga de Raymundo, la mía se veía al parejo, no tanto como si las comparáramos con la de Juan, que francamente me humillaba.
Después de eso, ella los tomó de sus penes para llevarlos a nuestro lecho matrimonial: acostó boca arriba a Juan para clavarse sobre él, y después pidió a Raymundo que se untara de vaselina y la penetrara por atrás… yo completé la escena parándome frente a ella y dándole a mamar mi babeante instrumento. Ella se vino varias veces antes de que alguno de nosotros arrojara su lechosa carga dentro de ella.
El primero en terminar fue Raymundo, que de pronto echo la cabeza hacía atrás y empezó a lanzar fuertes bufidos. Yo recibí una fuerte mordida cuando ella recibió el primer chorro de semen en su ano. Ya todo vaciado, Ray pasó sus manos por delante de ella para apretar sus colgantes senos mientras salía lentamente de su trasero, todo esto mientras ella seguía meneando las caderas con la asta de Juan en su vagina y su lengua lamiendo el contorno de mi glande.
Después dejó de chuparme y me pidió que me sentara en la cama a un lado de ellos y empezó a menearse como auténtica batidora, luego se echaba para atrás y me permitía ver como se sacaba casi por completo la verga de Juan, y después se la enterraba con fuerza hasta el fondo. Varias veces vi como salían claros chorros denotando un húmedo squirt que hacía brillar aquel cipote, como brillan los musculosos fisicoculturistas en sus competencias. Aproveché para meter mano a su clítoris y frotarlo, así, con ligeros roces, pude comprobar la dureza de aquel falo y la manera en la que hacía estremecer a mi mujer hasta que no podía más. De pronto Juan simplemente se corrió dentro de ella y su semen espeso y blanco empezó a rebosar alrededor de la palpitante vagina que lo apretó hasta que aquel intruso salió abatido, dejando escurrir buena parte de aquel lechoso contenido. Ella se tendió rendida sobre la cama mientras los tres caballeros, nos fuimos a fumar y a beber un rato a la sala, eso sí… totalmente en cueros.
Un rato más tarde, Juan se excusó para pasar al baño, pero ya no regreso. En cambio, se volvieron a escuchas gemidos y quejidos en la habitación. Raymundo y yo nos levantamos y al asomarnos los vimos en pleno acto sexual, ella acostada y con las piernas alrededor del cuello de aquel hombre que metía y sacaba con rudeza su pinga, tratando de hacer el trayecto lo más largo posible y con ello provocar los alaridos de mi mujer. Ante tal visión, no pudimos menos que acercarnos cada uno a ambos lados del rostro de Estela, chocando nuestros prepucios contra sus labios. Cuando Juan ya no pudo aguantar más, saco su larga y gruesa pija de la vagina y nos quitó abruptamente, se paró a un lado de la cama y giro de lado a mi mujer para poder metérselo en la boca y entonces empezó a eyacular, aún más abundantemente que la primera vez.
Raymundo se pegó entonces al trasero de mi esposa y sin gran dificultad, deslizo también su vara hasta el fondo de su chocho, dónde estuvo por un rato hasta que ella terminó de lamer y relamer la verga de Juan. Entonces, fue Raymundo el que se paró a un lado de la cama y le clavó su manguera en la boca casi al mismo tiempo que empezó a lanzar gruesos goterones de semen. Estela también los recibió en la boca y los tragó, y siguió lamiendo por unos minutos hasta dejarlo seco por completo.
En tanto, yo me arrimé para empezar a besar sus piernas y meter mi cabeza poco a poco hasta llegar con mi lengua a su clítoris, lamiendo con fruición toda su vulva. De vez en cuando también la metía lo más profundo que podía en su ahora dulcísima panocha, provocándole nuevos estertores y más profundos orgasmos hasta que me pidió que me detuviera, me abrazó y me beso con esa boca pegajosa y así nos quedamos dormidos por un rato. Al despertar, ya los invitados se habían marchado. Yo volví a lamer todo su cuerpo y la penetré en la posición del misionero, gozando al tope aquella sensación de su putísimo coño, húmedo y caliente. Al final, mirando en su cuerpo y rostro las huellas de lo recién acontecido, tuve uno de los mejores orgasmos de mi vida.
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La ocasión en que mi esposa se prostituyó…
Publicado en:19 Abril 2020 9:14 pm
Última actualización en:3 Febrero 2021 10:44 am
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Bueno, con la finalidad de dar un poco de secuencia a mis relatos, escribiré de la ocasión en que mi esposa (la primera) se prostituyó…
Recién regresando del viaje a Puerto Vallarta que narré recientemente, volvimos muy prendidos y con ganas de hacer muchas cosas calientes todo el tiempo que nos era posible. A veces se complicaba porque ella trabajaba de día, y yo de noche en un hotel a pie de carretera que hacía hasta lo imposible por no ganarse la fama de ser hotel de paso.
La mayoría de los huéspedes eran choferes de tráiler y ganaderos, que de alguna forma siempre metían muchachas a sus habitaciones… también era común que se colaran parejas que solo estaban por un par de horas en la habitación. Yo era el recepcionista nocturno y me apoyaba en el bell-boy, que también hacía las funciones de vigilante. Una de esas noches, una chica que salía de una de las habitaciones, me la cantó abiertamente: “Tu bell-boy nos maltrata, nos extorsiona, e igual cobra a las parejas de paso para que puedan pasar, a veces hasta los pasa dos veces a la habitación que otros usaron. Tienes que delatarlo para que no te lleve entre los pies o yo lo voy a hacer.”
(También me ofreció una “propina” a cambio de llamarla a ella y a sus amigas cuando un huésped pidiera los datos de una buena ).
El caso es que tuve que delatar al bell-boy… lo despidieron, pero ya no contrataron a otro en su lugar y yo tenía que hacer todas las funciones, cosa que me facilitó siempre poner en contacto a mis amigas con los huéspedes, de forma muy discreta y solo aceptaba lo que buenamente me dejaban de propina, que no era poco.
Volviendo al asunto con mi esposa, pues sucede que dos o tres veces me acompañó por las noches a mi trabajo, ya que traía mucha calentura y de alguna forma me daba tiempo de atenderla y después dejarla dormida en la oficina adjunta a la recepción, en lo que llegaba mi hora de salida.
Una de esas noches, llegó un trailero a pedir una habitación y durante el registro, me pidió si no podía conseguirle una amiguita para esa noche. Como siempre, le respondí que no, que en ese hotel no se permitían invitados por la noche, pero guiñándole el ojo. Le asigné una de las habitaciones de la sección más oscura y sin otros huéspedes (de hecho, esa noche había muy pocos huéspedes en todo el hotel), pensando en comunicarle a mi amiga en cuanto llegara a su habitación.
Apenas salió aquel hombre de la recepción, mi esposa también salió de la oficina y me preguntó qué había sucedido… le expliqué que aquel hombre, cuarentón, alto, fornido, moreno… solo un poco sucio pero de buen porte, deseaba pagar por sexo y que pensaba comunicarlo con mi amiga de siempre… claro que a esas alturas de la plática, ya estaba viendo como mi mujer se relamía los labios de pensar en comerse a aquel macho… y además ganarse 600 pesos por ello (Esa era la tarifa de mi amiga, pero yo sabía que se las ingeniaba siempre para no ganar menos que mil pesos por visita, más lo de los taxis).
Y pues yo también me prendí rápidamente. La comuniqué con él, pero previo le expliqué un poco lo que tenía que decir: 600 el servicio de una hora más 200 de taxis… y que tardaría media hora en llegar. Raymundo, que era el nombre de aquel chofer, aceptó sin chistar y solo aguardamos unos minutos antes de mandar su “cena” a la habitación, para disimular un poco. Mientras tanto, nos empezamos a besar y a tocar con verdadero fuego… al punto de que casi lo hacemos antes, pero nos contuvimos para que llegara bien la mercancía y no hubiera motivo de queja. Le pedí a mi esposa, que, alegando calor, abriera un poco la ventana y dejara ligeramente abierta la cortina, así yo podría, oculto en el jardín contiguo, ver y escuchar todo lo que hicieran. Claro, en el camino apagué las luces del jardín para no ser notado.
Yendo con Raymundo, a los dos nos latía el corazón como a punto de explotar. Las manos nos sudaban, pero a la par, su vagina y mi pene derramaban jugos y deseo. Metros antes, la dejé continuar sola para ocultarme tras la ventana mencionada, justo en el momento en que ella tocara a la habitación y así evité ser notado.
Así fue, y tres minutos después de que ella entró al cuarto, abrió la ventana y la dejó lo suficientemente abierta para que yo pudiera ver y oír claramente… ¡gran sorpresa! Había otro hombre en la habitación, de más de 60 años, gordo feo y chaparro, que era el ayudante de Raymundo, llamado Juan, y que después supe, se incluyó en el trato con la tarifa total de $2,000 pesos incluido taxis.
Yo de entrada no comprendí nada, pero viendo como entre los dos la tocaban, la besaban y la iban desnudando, sentí que mi pene crecía a límites inimaginables, y mirando que ella gemía, gozaba y parecía estar muy de acuerdo con la situación, ya no me preocupé del cambio de situación.
Mi amada Estela estaba ahí, sin mí, indefensa en medio de dos hombres rudos. Se prendió de la boca de Raymundo y con sus dos manos acariciaba su cabello, mientras Juan ya succionaba sus pezones y metía mano entre sus piernas, notando con mucha alegría como aquella que habían contratado para esa noche, se escurría como deseando intensamente ser penetrada… lo cual era verdad.
Pronto, ellos también ya estaban desnudos y se plantaron con tremendos fierros delante de ella, siendo el de Juan, más largo y grueso que el de Raymundo, pero ella no discriminó y a los dos los empezó a lamer y a mamar por igual. Estiraban sus manos para amasar sus pechos y pellizcar sus pezones o para sostener su cabeza y llevar el ritmo de la mamada. A veces ella los lastimaba un poco de forma intencional y volteaba su mirada a la ventana desde donde yo contemplaba extasiado… ellos como respuesta, la jalaban del pelo y la ponían nuevamente a hacer lo suyo.
Después de un rato, se tendió en la cama abriendo muy bien sus piernas para darle el turno a Raymundo, que antes de montarse, dio un repaso al cuerpo de mi bella esposa con besos, lamidas y mordidas desde sus pies hasta el cuello. Ya estando allí, le clavo una estocada que la hizo pegar un grito apasionado. Ella subió sus piernas a sus hombros y él se arrojó con todo su cuerpo sobre ella, pero ella estaba gozando tanto de aquel hombre, que se olvidó de atenderlo y se dedicó solamente a disfrutar y a lanzar miradas de placer hacia la ventana donde yo miraba. Después de unos minutos, el no estaba satisfecho con lo que estaba pasando por lo que se bajó y cedió el lugar a su compinche.
De igual forma, Juan dio un repaso al cuerpo de mi Estela con su boca y manos… llegó al cuello y empezó a besarla con gran pasión… Ella le correspondió con fogosidad, le tomó el pene y le acariciaba las tetillas. Se dobló un poco para chuparlo y asegurarse que estuviera bien erecto, pero de entrada les aseguro que si lo estaba, y según me dejó en claro, nunca se había metido nada tan grande como eso en su vida. Juan la montó de un brinco, ella lo atrapó con sus piernas y comenzó con un meneo formidable, raro se me hizo que el tal Juan no se viniera dentro de ella en ese momento (hasta entonces recapacité en que no estaban usando condones, le dijeron que ella debía haberlos llevado, como buena piruja, pero claro, no estaba preparada para eso).
Después acostó a Juan sobre la cama… su pene parecía un mástil y ella se trepó en él, y empezó a bajar introduciéndolo lentamente en su vagina… en eso, Juan la tomó de la cadera y la jaló de sopetón, clavándole por completo su gordo y largo miembro. Ella se empezó a venir y a chorrearse encima de él, que le dijo que nunca había tenido una tan sabrosa y caliente. Ya pasado el orgasmo, ella le empezó a aplicar “la batidora” y claro, volteando a mi ventana con cara de “mira que bien lo hago”. Él estaba encantado con ese movimiento y estiraba las manos y le agarraba las chichis tan fuerte que le dejó algunos moretones. De repente ella se arrojaba sobre Juan y le plantaba apasionados besos… supe después que lo hacía cada que tenía un orgasmo.
Pensaba que nada podía superar aquella situación, que me tenía masturbándome escondido en las sombras, pero llegó lo mejor, justo cuando ella montaba a Juan y lo besaba con pasión, cuando la tenía bien abrazada apretada contra él… Raymundo decidió que aquello que veía le encantaba y era su turno de gozar lo que no había gozado cuando estuvo montado en Estela… Se acomodó de un brinco, ya con el pene bien erecto y empujó un poco dentro de la vagina de mi mujer, que sintió por breve tiempo la delicia de tener dos penes ocupando ese lugar, pero una vez que Raymundo pensó que ya estaba lo suficientemente lubricado, lo sacó y empezó a meterlo en su ano… y ella a gozar y a moverse y a temblar como ninfómana desquiciada, hasta que los dos vaciaron su esperma en sus respectivos huecos… ella les dijo: “No me vean la cara ahora, porque van a querer cobrarme en vez de pagarme”.
No pude tener mejor suerte… hasta ese momento sonó la campana de la recepción que anunciaba la llegada de nuevos huéspedes. Me sentí muy dichoso de no haber sido interrumpido con anterioridad y corrí para atender el negocio. Apenas registré a los nuevos huéspedes y los llevé a su habitación, llegaron otros más, de tal modo que hasta casi una hora después, me hube desocupado y me empezó la preocupación de que mi esposa aún no salía de aquella habitación. Me arrimé con sigilo a ver qué sucedía, y para entonces ya estaba la luz apagada. Sentí pavor, pero apenas pensaba en lo que tenía que hacer, cuando escuche que la puerta de la habitación se abría. Salieron los tres desnudos al pasillo… ella, desnuda, puso su ropa en el piso para arrodillarse a chuparlos hasta que los dos se vaciaron por completo en su boca. Después de propinarle un par de buenas nalgadas, aquellos amigos se volvieron a meter a su cuarto y ella, en el pasillo, se puso solamente encima su vestido y agarró con una mano sus zapatillas y ropa interior, mientras que con la otra apretaba satisfecha los cuatro mil pesos que acababa de ganar en esa noche.
Caminé hacia ella, la cargué en mis brazos para que no tuviera que andar descalza por los pasillos, la besé con pasión, prácticamente le comí la boca sin importarme el tipo de leche que acababa de beber hace unos instantes. Llegué con ella a grandes zancadas a la recepción y la deposité sobre el mostrador. Entonces seguí besando el resto de su cuerpo, sin omitir meter mi lengua en su vagina y en su ano. Finalmente, la puse de pie de espaldas a mí, y la doblé sobre un sillón, para penetrarla de forma anal hasta que me vacié por completo dentro de ella. Terminó de vestirse y subió a esperarme al carro… ya casi era la hora de terminar mi turno y el recepcionista matutino estaba por llegar. Antes de salir, Raymundo y Juan dejaron el hotel. Al dejarme la llave, Raymundo me comentó que tenía una magnifica esposa. Debió ser muy intuitivo, porque ella jura que no le comentó nada y todo el tiempo se hizo pasar por , mi sabrosa y caliente .
Un mes después quisimos repetir la experiencia con un ganadero, pero todo fue un fracaso, nada que contar.
Lo que sí, es que a los dos meses regresaron Raymundo y Juan, pero esta vez, los invitamos a cenar a nuestra casa… claro que nos cenamos a mi mujer, pero eso será motivo de otra caliente narración.

De eso hace ya más de 20 años... no puedo jurar que las cosas sucedieron exactamente como las recuerdo... tal vez las he mejorado un poco cada que pienso en todo eso, pero de forma general, eso fue lo que sucedió.
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Con mi primer esposa, Esthela...
Publicado en:5 Abril 2020 9:21 am
Última actualización en:1 Junio 2020 9:04 am
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Hoy nuevamente les cuento una aventura real con mi primer esposa, Esthela.

En aquel tiempo, ya con siete años de matrimonio, y solamente un par de cuernos consentidos (al menos eso pensaba yo), nos fuimos de vacaciones a Puerto Vallarta en un mes de octubre, iniciando un lunes para regresar a casa el domingo.
Eran días de poca ocupación y de pronto algunas tormentas vespertinas. El martes regresamos al hotel a eso de las cinco de la tarde ante la amenaza de una fuerte lluvia. Salimos a la terraza, ella todavía enfundada en un diminuto bikini atigrado, que mostraba sus carnes sabrosas y firmes, sin duda a sus treinta años lucía en todo su esplendor.
Yo, para variar muy prendido, empecé a besarla y a sacarme el traje de baño. No parecía haber nadie que pudiera vernos, así que haciendo un poco de lado su tanga, empecé a penetrarla. Ella, un poco cohibida por el lugar en donde estábamos, se resistió al principio, pero ya que se dio cuenta de que, “nadie podía vernos” se recargó contra el barandal y me dejó seguir con lo mío, aunque seguía discretamente en silencio.
De una terraza a otra, nos dividía una cortina de follaje verde. Me di cuenta de que, si al otro lado alguien se acercara lo suficiente, podría estar viéndonos sin que nosotros nos percatáramos. De pronto sentí que olía como que alguien había encendido un cigarro, por lo que le susurré a mi mujer, que seguramente alguien nos estaba viendo en la terraza de a un lado. Eso la prendió muchísimo y se mojó de inmediato. Empecé a darle más duro y ella a gemir sin recato, por un par de minutos, hasta que terminamos.
Ya todo sudado y rendido, le dije que entraría al baño y a darme una buena ducha. Ella me dijo que también se metería a bañar, pero que mientras yo estaba en el sanitario, se fumaría un cigarrillo. Así pues, entré al baño y posteriormente a la regadera. Tardé un poco en el agua esperando que ella entrara a bañarse conmigo, pero no sucedió así.
Salí de la ducha y mi querida esposa entró un poco inquieta a la habitación, con la gran idea de mandarme a comprar unas caribe cooler mientras ella se daba su baño. El día anterior, el mini-mercado afuera del hotel había estado cerrado por la tarde y tuve que caminar algunas calles para llegar al Oxxo más cercano. Sería un mandado de al menos media hora, tiempo que estimé suficiente para que ella se bañara y arreglara y pudiéramos aprovechar entonces para hacer más cositas divertidas (esperaba poder convencerla de tener sexo anal, pues solo me había dejado hacerlo un par de veces en nuestra vida de casados).
Hecho el plan, salí de nuestra habitación con la idea de afrontar una larga caminata, pero apenas afuera del hotel, tuve la alegría de encontrar abierta la tienda de junto, por lo que antes de minutos ya estaba de regreso en nuestro cuarto.
La sorpresa fue que encontré la habitación vacía. Revisé primero el baño y luego me asomé a la terraza. El cielo estaba más nublado, había mucho aire y truenos de lluvia inminente, y de pronto pude escuchar algunos gemidos claramente sexuales en la terraza inmediata a la nuestra. Supuse que la pareja al lado también había querido hacer lo mismo que nosotros. El morbo me invadió y me arrimé lentamente para ver a la pareja vecina teniendo relaciones, pero… ¡gran sorpresa! La pareja teniendo sexo era nada más y nada menos que mi querida y dulce esposa con un muchacho de apenas unos veinte años, bastante moreno y bien dotado.
No pude decir nada… solamente los observé detenidamente. El joven le había quitado la tanga y la tenía penetrada analmente. Magreaba sus senos o la jalaba del cabello aleatoriamente mientras entraba y salía de ella con bastante rudeza… se escuchaba un plop-plop bastante sonoro. Ella gemía y gritaba que le diera más duro, y que la llenara con su leche… De pronto le quitó el top y salió volando para caer 5 pisos abajo en los jardines del hotel. Yo apenas podía creer lo que veía, pero sin duda, estaba tan excitado que el coraje y los celos pasaron a segundo término.
En pocos minutos, él se empezó a venir dentro de su ano, pero de inmediato saco su grueso pene… soltó un chorro de semen también sobre su espalda y después la volteó de rodillas delante de él para terminar de vaciarse dentro de su boca. Ella lo chupó todo con pasión, acariciando también sus testículos con su fabulosa lengua, y mamó con fruición hasta la última gota de semen. Al final, se levantó de improviso buscando su tanga y diciéndole al chico que tenía que regresar a la habitación, pues yo estaba a punto de volver.
Yo no sabía que hacer… salí rápido del cuarto para que no me fuera a encontrar allí… me aposté en un recoveco del pasillo hasta que la vi salir totalmente desnuda hasta nuestra habitación (seguramente la tanga se quedó como trofeo).
Apenas cerró la puerta, yo salí de mi escondite para entrar de prisa detrás de ella. La encontré masturbándose en el sillón… sin duda no esperaba que yo regresara tan pronto, apenas si habrían pasado unos 20 minutos… abrió los ojos como platos, pero como también tenía las piernas bien abiertas, me abalancé sobre ella para chupar su sabrosa vagina en la que apenas hace un rato había dejado mi esperma.
Ella estaba sorprendida, pero también, excitadísima como hacía meses no lo había estado. Manaban chorros calientes de su interior. Estaba deliciosa, pero mi calentura me hizo buscar también su boca, impregnada por completo del sabor de otro macho. Mordí su cuello, sus pezones… la puse boca abajo para limpiar los blancos manchones en su espalda y bajé hasta su ano para meter mi lengua muy profundo en su interior. Ella no se pudo resistir, por el contrario, se apretaba contra mi y tuvo varios orgasmos. Finalmente la penetré analmente sin ninguna oposición de su parte. Eyaculé dentro de ella como si en semanas no hubiese eyaculado.
Me tumbé boca arriba y la sentí acomodarse entre mis piernas para lamer mi pene, como en actitud de disculpa… Después de bañarse, trató de actuar como si nada, incluso me comentó que el aire había hecho que el bikini que había dejado a secar en la terraza se había volado con el viento, mostrándome a medio jardín el top que ondeaba como bandera pirata colgado de un arbusto. Claro que no la iba a dejar que se saliera con la suya… en su momento le restregaría en la cara todo aquello que la había visto hacer.
Esa noche había poca gente para cenar… de pronto vi a nuestro vecino y le pedí permiso de sentarnos con él a cenar, para congeniar un poco… se sorprendió, pero accedió con alegría… ella estaba muy nerviosa, yo solo me relamía de gusto pensando en verla de a perrito penetrada por ese chico y yo, de frente a ella, restregándole mi pene en la cara…
Esa y más cosas sabrosas viví en aquellas vacaciones de octubre en Puerto Vallarta... por cierto, adjunto la última foto donde se le ve con ese famoso bikini atigrado
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